Seguro que habéis oído hablar o tenéis algún conocido diagnosticado de hernia discal lumbar… pues bien, en el caso de encontrarnos ante una hernia discal lumbar con clínica (sin déficits motores o síntomas de alarma) que concuerda con las imágenes obtenidas en una resonancia y que no ha respondido a tratamientos conservadores (medicación, rehabilitación, infiltraciones…), es entonces cuando deberemos plantear una opción de tratamiento quirúrgico.
Como opciones hay varias alternativas, todas con el objetivo de extraer y retirar la hernia, teniendo siempre en cuenta que puede realizarse dicha extracción de manera aislada o juntamente con una instrumentación o fijación vertebral (en los casos en los que hay asociada otra patología como por ejemplo la degeneración discal avanzada).
Os hablaré sobre una de las técnicas de retirada de hernia (conocida como discectomía), consistente en un abordaje percutáneo, muy poco invasivo y que permite una rápida recuperación. En la imagen podéis observar el marcaje previo para localizar el punto de entrada de la guía.
La discectomía percutánea, como toda técnica quirúrgica tiene sus indicaciones y pacientes “candidatos”. Entre ellas, se encuentra el/la paciente joven con un dolor lumbar y un disco vertebral relativamente conservado y/o una hernia discal “contenida”, es decir, que no ha migrado hacia arriba o abajo (imagen adjuntada a continuación).
Procedimiento:
Esta técnica consiste en una primera fase en la que se realiza la extracción de la hernia o protusión mediante una pinza introducida a través de una guía (nucleotomía).
Posteriormente, se procede a la realización de una nucleoplastia (aplicación de una corriente eléctrica de bajo voltaje y alta frecuencia a nivel del núcleo pulposo) de manera percutánea con el objetivo de realizar una descompresión discal. Dicha corriente cauteriza las paredes internas del disco mediante la producción de calor, reduciéndose así la presión de la hernia sobre la raíz nerviosa.
Como se ha comentado anteriormente, se trata de un procedimiento mínimamente invasivo, que conlleva una rápida recuperación e incluso puede realizarse de forma ambulatoria sin precisar ingreso.
Es una de las técnicas pioneras en la actualidad, para evitar someter de entrada a pacientes jóvenes a cirugías más agresivas y de mayor periodo de recuperación.